Visitar las Cataratas del Niágara

Las habéis visto en todos los rankings de maravillas de la naturaleza, en miles de fotos en revistas o guías y también en televisión, pero cuando te encuentras ante las Cataratas del Niágara os aseguro que el corazón se te encoge, la mirada se te pierde y el tiempo se detiene mirando el agua caer con tanta fuerza.

Las Cataratas del Niagara forman una frontera natural entre Canadá y EEUU, pueden visitarse desde ambos países pero sin duda el lado más espectacular es el canadiense.

Aunque la atracción es ver las cataratas en sí, el lugar está más que amortizado porque a su alrededor se ha creado todo un pueblo (Niagara Falls) lleno de actividades y oferta de ocio al estilo de Las Vegas (eso sí, más familiar y no tan de juego) que le quita un poco de encanto a esta maravilla de la naturaleza. Aviso para que no haya decepciones.

Nosotros visitamos las Cataratas en un día, (fuimos desde Toronto), pero podéis dedicarle 2 o un fin de semana completo si pensáis disfrutar de muchas de sus atracciones. En ese caso os recomendamos contratar uno de los pases de Niagara Parks, hay varios tipos que incluyen distintos grupos de atracciones a mejor precio que sacándolo por separado.

La atracción principal es hacer un crucero para  llegar lo más cerca de las Cataratas, no os lo podéis perder. Desde el lado canadiense sale el Hornblower y desde el estadounidense el Maid of the Mist. Hacen el mismo recorrido y desde lejos los diferenciareis porque el primero da chubasqueros rojos y el segundo azules.

Los cruceros son de unos 20 minutos y te llevan tan cerquita que realmente te mojas (por eso te dan el chubasquero). Aunque el barco va a tope de gente nosotros no tuvimos que hacer colas, llevábamos la entrada comprada con antelación y aunque no tiene una hora determinada subes directamente. Lo disfrutamos tanto los mayores como los peques, estar tan cerquita del agua, con tanta fuerza que baja es pura emoción. ¡Yo salí de allí a tope de adrenalina!

Otra de las grandes apuestas de actividades es Behind the Falls que te lleva a través de unas grutas hasta una plataforma muy cerca de la base de la cascada, también te empapas!  Y otra más que mis sobrinos mayores hicieron es la tirolina, muy emocionante, aunque aquí sí tuvieron que esperar bastante cola.

Aparte de la catarata, encontrareis la mayor parte de las atracciones en la calle Clifton Hill. Parece sacada de un escenario de Hollywood con muñecos gigantescos en las fachadas y tanto colorido. Hay un montón de lugares de ocio, para ir con la cartera bien llena, echad un vistazo a este mapita para haceros a la idea.

En esta zona encontrareis un montón de sitios donde comer y tomar algo, también un Tim Hortons, la cafetería canadiense por excelencia. Nosotros entramos en la Fun House, donde el padre disfrutó casi más que los hijos, y en la Noria, desde la que había unas vistas impresionantes de las Cataratas del Niágara y de todo el pueblo.

Si salís por la carretera que bordea el río, además de preciosas casas, muchas de ellas son bed and breakfast, encontraréis el Whirpool Aerocar o Spanish Aerocar, un teleférico inventado precisamente por un español que cruza al otro lado del río Niágara.

Merece la pena dejar media tarde para visitar de Niagara on the Lake. Una población que parece del siglo XIX con tiendecitas muy monas, grandes parques donde jugar los peques  y un aire retro con mucho encanto, dicen que es la ciudad más bonita de Ontario. Además, si vais con tiempo en esta zona encontraréis un montón de viñedos y bodegas que también podéis visitar.

Las Cataratas del Niágara han sido uno de los platos fuertes de nuestro viaje a Canadá con niños. Una experiencia muy emocionante sentir la fuerza del agua y exponerte ante la cascada desde tan cerca. Si viajáis a la Costa Este de Canadá o incluso desde el lado estadounidense, no podéis perderos esta visita.