Segovia es una preciosa ciudad Patrimonio de la Humanidad, ideal para que los niños que han empezado a estudiar historia la comprendan mejor, pues sus monumentos y sus propias calles reflejan el paso de diferentes culturas por esta ciudad. Para los peques que todavía no han empezado a estudiar a los romanos, cuando les cuentas que el acueducto les servía para transportar agua de una punta a otra de la ciudad te miran con cara extrañados te y hacen preguntas tan divertidas como ¿es que no les funcionaban los grifos?
Recientemente visitamos esta ciudad la familia al completo con una buena panda de peques de entre cero hasta 11 años. El acueducto, icono de la ciudad, es el monumento que da la bienvenida a la urbe a la mayoría de turistas, nosotros atravesamos sus arcos con todos los niños asombrados. Es increíble pensar que esta construcción lleva 20 siglos en pie y que sus piedras están unidas sin ningún tipo de argamasa.

En determinadas fechas, la oficina de turismo de Segovia organiza unas visitas teatralizadas para familias con el personaje Claudio el Arriero, que narra los acontecimientos y leyendas de la ciudad en un recorrido desde la época de los romanos en el acueducto hasta la Edad Media en la plaza Mayor y de San Martín.
Nuestro viaje con niños a Segovia había surgido con la excusa de disfrutar de un buen cochinillo en el mítico restaurante José María. Comimos en cantidad y calidad tanto niños como mayores. El propio José María vino a nuestra mesa para cortar y servir el lechón, a los peques les encantó ver cómo usaba un plato para partirlo. A un ritmo fugaz cortaba y emplataba como si fuese la actuación de un malabarista. Llovían las cámaras desde todos los rincones para grabar ese momento:
https://www.youtube.com/watch?v=kY17LSXA6Jc
Otro de los monumentos estrella de la ciudad son la Catedral y el Alcázar que nosotros vimos paseando ya por la tarde, para bajar la comida. Más que visitar la Catedral a mí me apetecía curiosearla, además los niños estaban en modo juego entre todos los primos así que iba a ser una visita muy exprés, pero como la entrada tenía un coste, nos echó para atrás. No era caro, eran 3€ que lo mismo nos los hubiésemos gastado en comprar unos imanes a la salida, pero nos cortó el rollo de la visita y seguimos el paseo persiguiendo a los peques que iban correteando de un lado a otro.
Y por las empedradas calles de la ciudad llegamos al Alcázar, residencia de los reyes de Castilla y de otros posteriores. Un precioso palacio muy bien conservado con un patio a la entrada, su torre del homenaje, una capilla y muchas estancias interiores que se recorren durante la visita. Lo que más llamó la tención de los niños fue su foso con puente levadizo y las armaduras de la sala de armas.
En Segovia además de estos 3 platos fuertes (y no me refiero al cochinillo) hay muchos otros lugares que visitar. Hay museos, exposiciones y sorprende la cantidad de festivales que se organizan en la ciudad, de jazz, de cine y otras manifestaciones artísticas. A destacar el Festival Internacional de Teatro de Títeres Titirimundi que se realiza en mayo y para el cual prepararemos otra visita en familia.
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