En esta época del año es una auténtica maravilla pasear por bosques de hoja caduca y admirar los contrastes de colores, verdes, ocres, naranjas, rojizos… y si además le añades el aliciente de ir recogiendo castañas para la merienda de después, se convierte en un excelente plan para hacer como niños el fin de semana.
Hace años habíamos recorrido el Castañar de El Tiemblo, en Ávila. Es un bosque precioso con castaños centenarios, muy popular y por tanto a tope de gente. Aquella vez recogimos un montón de castañas, aunque ahora está mucho más controlado y según he leído, en otoño y en finmes de semana hay que pagar por acceder al castañar.
Esta vez, como Madrid está bajo confinamiento perimetral, nos hemos quedado dentro de la comunidad, en el castañar de Las Rozas de Puerto Real, muy cerca por cierto del Tiemblo. Aquí se puede dar un bonito paseo en familia siguiendo la ruta del castañar, que va desde el pueblo hasta el embalse de los Morales, rodea todo el embalse cruzando un bosque de castaños y regresa al pueblo. Dicen que este es el castañar más grande de todo Madrid, así que no nos podíamos qudar sin visitarlo y menos en esta época del año.
Toda la ruta son unos 8 km, si vais con niños muy pequeños podéis saltaros el pueblo e ir directamente a la zona del embalse, rodearlo son unos 3km. Si venís desde Madrid por la Carretera de los Pantanos, M -501, en el km 70 encontraréis una rotonda que indica a la izquierda Las Rozas de Puertoreal y a la derecha Casillas. Tomad la salida de Casillas para ir directamente al embalse, enseguida la carretera da paso a un camino y un poquito más adelante podéis aparcar.
La mayor parte de los castaños se encuentra en fincas privadas, pero desde el camino hay algunos pequeños desvíos que se adentran en el castañar donde podéis recoger unas cuantas castañas. Estad atentos a estos desvíos, nosotros nos los hubiésemos saltado seguro de no ser porque coincidimos con mi cuñada que iba con su grupo de montaña y su guía conocía estos fantásticos rincones.
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En la zona también hay muchos robles y en otoño es una preciosidad admirar los colores del bosque. Si tenéis en la familia a algún entendido en setas, coged cestita e invitadle/a a la ruta con vosotros. Nosotros encontramos unas cuantas, pero apenas entendemos, así que observamos, hacemos foto y NO TOCAMOS ninguna, por si acaso.
Entre los castaños los peques descubrieron una cabaña, musgo más que mullidito (que os recuerdo está prohibido coger) en las rocas más grandes y un montón de grillos entre la hojarasca.
Si lleváis pícnic o bocatas, el mejor lugar para descansar y comer es casi al final del camino, junto al embalse, en una prederita que encontrareis a unos 100 metros de la orilla. Con buen tiempo es un gustazo comer allí sentados, al solecito y aunque suele haber más personas es bastante tranquilo, el paisaje del embalse y el castañar al fondo con su paleta de colores otoñal te atrapa.
Mis hijos se volvieron locos durante toda la jornada recogiendo castañas. Las de aquí son muy pequeñas y vienen 3 en cada erizo, la vaina de la castaña. Ojo que estos pinchan bastante (y de ahí su nombre), si no están abiertas es mejor pisarlas para coger las castañas que abrirlas con la mano.
A la hora de la merienda asamos unas cuantas castañas y debo reconocer que apenas tenían sabor. No sé si es que no dimos con las buenas o que estas son así de sosas. De todas formas habíamos pasado un día muy entretenido, que al final es lo importante.
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