La Costa Esmeralda de Cerdeña se ha hecho popular por ser frecuentada por gente famosa, actores, modelos y el mismo Berlusconi, que pasan allí sus días de vacaciones disfrutando de la costa y de sus embarcaciones de lujo, atracadas en el puerto más caro de la isla, Porto Cervo. Un poco más al sur encontramos otro puerto que si bien es algo más modesto no tiene nada que envidiar al otro en cuanto a belleza y estilo, se trata de Porto Rotondo.
En nuestro viaje a Cerdeña visitamos estos dos puertos de moda que frecuenta la gente adinerada y aunque ir aquí de shopping supone dejarse una fortuna, es un sitio perfecto para dar un paseito por la tarde con los peques y tomar un helado contemplando los barcos del lugar.
Personalmente, opino que Porto Rotondo tiene más encanto. Varias callecitas llevan a la zona del puerto, una de ellas adoquinada con dibujos de peces que a nuestra peque le encantaron. El puerto recorre la propia línea costera en forma de círculo (de ahí su nombre) y hay un bonito paseo entre los barcos amarrados y las tiendecitas y restaurantes. El entorno es muy bonito, hay casitas pegadas al puerto con una arquitectura tradicional mediterránea que parece un escenario de película. Merece la pena pararse en alguna de sus placitas a que los niños jueguen un rato o a tomar un capuchino y un helado, en toda Italia son especialistas en estos menesteres y con estas vistas sabe todavía mejor.
Llegar a Porto Cervo supone subir un pequeño puerto de montaña, hay unas vistas asombrosas por el camino tanto hacia el azul del mar como hacia el interior, donde el monte y la vegetación nos recordaba a la Pedriza de Madrid. Una ubicación tan exquisita requiere un puerto no menos selecto. Aquí se encuentran atracados grandes buques de varios pisos en muchos casos con una buena tripulación. En el propio puerto se exhiben coches de lujo, además de los que ves pasar por la carretera, y se encuentran famosas boutiques como Bulgari o Chopard.
Adosado al puerto hay una pequeña zona de tiendas y galerías de arte, llamada Promenade que nos gustó mucho por su arquitectura modernista y el tipo de tiendas. Aquí encontramos una estupenda colección de Vespas a la venta, preciosas. En general es todo bastante caro y lo único que compramos fue un estrambótico peluche para Indira. Desde puerto hasta entrado en la montaña el paisaje se encuentra salpicado de casitas muy bien integradas con el entorno. Hay además un trenecito que recorre toda la población, aunque nosotros no llegamos a subir en él.
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