Uno de los pueblos que más me gustan de la comunidad de Madrid es Buitrago de Lozoya, rodeado de naturaleza en plena Sierra de Guadarrama. Es un pueblecito muy pintoresco con casitas de piedra y rodeado en casi su totalidad por las aguas embalsadas del río Lozoya. El principal atractivo es su antiguo recinto amurallado de origen musulmán, lugar donde cada año el primer fin de semana de septiembre de desarrolla la Feria Medieval de Buitrago de Lozoya. Y como en mi casa somos grandes amantes del medievo, allí nos dirigimos con los peques a recorrer unos años atrás en la historia.
Nada más traspasar la muralla, la decoración con estandartes y banderines te traslada al pasado, acabas de adentrarte en la Edad Media. El ambiente folclórico entre los puestos de artesanía del mercadillo y la animación de las calles te dan ganas de bailar y saltar, no pasa nada si te pones a hacerlo, especialmente si los niños te siguen, así no pareces la única loca del lugar.
Durante todo el fin de semana se van sucediendo actividades relacionadas con el medievo, pasacalles y espectáculos circenses que se entremezclan con exhibiciones de cetrería, conciertos, danzas e incluso un torneo ecuestre que se realiza en el patio de armas del castillo.
Los puestos del mercado están repartidos por todo el recinto, puedes encontrar artesanía en cuero, ropa, joyas y productos tradicionales como quesos, embutidos, curación para todos los males en forma de hierbas para infusiones y especias que recuerdan a aquellos mercados de oriente por sus aromas y colores . Los peques se quedaron muy sorprendidos al ver el puesto de gominolas artesanales, no sé si serán más sanas o no que las envasadas, pero estaban realmente buenas.
Entre los puestos pudimos ver el Campamento del Clan Cuervo donde te enseñaban a manejar las armas de la época, una haima donde tomar té de menta y unos pastelitos árabes, un pinta caras por el que por supuesto nuestros peques pasaron y el lugar donde las rapaces descansaban entre exhibición y exhibición. En la plaza del castillo un tiovivo manual distraía a los niños, los animales estaban hechos en madera y era un joven mozo el que iba empujando la atracción y haciéndola girar.
No faltan en esta feria los lugares para comer, ya sea un crepe medieval, unos torreznos, un pulpo a feira o unos pinchos morunos. Todo regado con mucha cerveza para los papis, como se hacía antiguamente. No sé a cuánto estará el cambio en maravedís, id preparados porque pasar un día en el medievo y darse algunos caprichitos en compras no es precisamente barato. Eso sí, hay que admitir que Buitrago de Lozoya ofrece un marco incomparable para es tipo de fiestas, así que el año que viene seguro que volvemos.
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