Una de las excursiones que no debéis perderos si viajáis a La Palma con niños es la visita al Volcán San Antonio. Los volcanes siempre son un atractivo para los peques y la isla tiene toda una Ruta de los Volcanes en su mitad sur que recorre desde el Parque Natural de Cumbre Vieja hasta llegar al Faro de Fuencaliente. A sus pies resplandecen las salinas del mismo nombre con unos llamativos colores frente al inmenso mar azul como telón de fondo.
La excursión empieza en el Centro de Interpretación del Volcán San Antonio, en la localidad de Los Canarios. Es un lugar donde aprender acerca de la historia volcánica más reciente de la isla y en general de la formación y tipos de volcanes que existen en el mundo.
Y una vez que sabemos un poquito de volcanes, ¡vamos a conocer al San Antonio! Hay un paseo que recorre todo el cráter del volcán. En su interior, donde una vez hubo lava ahora hay tierra y empiezan a crecer pinos. El camino no es complicado, pero sí hay pendiente a los lados y es conveniente llevar a los más peques de la mano. Es un precioso paseo muy cortito con unas vistas inmejorables que culmina en un mirador desde donde se alcanza a ver el volcán Teneguía, el más joven de los volcanes de la Palma, pues entró en erupción en 1971. Dicen que en la superficie del Teneguía todavía se nota el calor de la tierra y que desprende un olor a azufre.
Desde el volcán San Antonio se puede continuar la caminata por la Ruta de Los Volcanes para llegar al Teneguía y concluir en el Faro de Fuencaliente. Podéis obtener más información de esta ruta en la web de Visit La Palma. Como nuestros hijos todavía son pequeños, optamos por dirigirnos a la zona de Fuencaliente directamente en coche. Las vistas por el camino son muy bonitas, aunque imagino que llegar a pie tiene una mayor satisfacción.
En el antiguo faro de Fuencaliente, hay otro más nuevo a su lado, se encuentra el Centro de Interpretación de la Reserva Marina de La Palma, que pretende concienciar sobre la sostenibilidad en el fondo marino. Al lado del faro, hay una cruz de piedra homenaje a los 40 jesuítas que perecieron en estas aguas a manos de los piratas en 1570, los Mártires de Tazacorte que dieron su vida por su religión.
Pero lo más atractivo de esta zona son Las Salinas. Se esparcen junto a la base del faro como una gigantesca caja de acuarelas con sus cuadraditos de colores en tonos ocres, naranjas y rosados, hasta llegar a un blanco brillante formado por los cristales de sal. El contraste con la roca negra del suelo y con el fondo marino le conceden todavía más resplandor a estas charcas salinas.
Se puede pasear alrededor de las salinas en un recorrido guiado por carteles, que van explicando el proceso de la obtención de la sal. Aquí se combina una recolección tradicional con técnicas más avanzadas. Cuando nosotros las visitamos pudimos ver a unos hombres con unas palas que iban amontonando los cristales de sal a los lados, de igual forma que lo hacían antaño. Ya son 3 generaciones de una misma familia quienes han dado forma a estas salinas para producir la Sal Marina Teneguía, en homenaje al volcán.
Las salinas han sido declaradas Sitio de Interés Científico por ser el lugar de nidificación de aves migratorias. Además, es el punto de partida del evento deportivo más importante de las Canarias: La Transvulcania, una maratón de montaña donde hombres y mujeres han de recorrer casi 80Km con un desnivel de 8.500m, sólo apta para valientes.
Aquí se encuentra el restaurante temático Jardín de la Sal, con una cocina de base tradicional, pero con un toque de creatividad y siempre dando protagonismo al producto local. Tenía muy buena pinta y nos quedamos con ganas probar sus platos, lástima que llegásemos a esta zona ya comidos. En su tiendecita compramos varios paquetitos de sal de distintos tipos para nosotros y para regalar. ¡No nos íbamos a quedar sin probar la sal Teneguía!
Si después de comer queréis echar la tarde en esta zona podéis elegir alguna de sus muchas playas. Os recomiendo la Playa del Faro, que se encuentra justo entre los 2 faros, el antiguo y el moderno. Es bastante pintoresca con sus barquitas de pescadores en la orilla y perfecta para ir con peques porque sus aguas son tranquilas. No os preocupéis si se os hace tarde, porque las puestas de sol aquí son de escándalo así que aprovechadlas.
¡Una preciosa excusión ideal para hacer con niños que contrasta con otras zonas más verdes de la Isla Bonita!
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